Té quiero

Soy bebedora de té.

Recuerdo con cariño el primer té que probé en mi vida. Yo debía tener unos 12 años. Era una tarde de invierno, un día entre semana a eso de las cuatro y para variar , estaba malita (por todos conocida mi salud de hierro). Estaba tumbada en el sofá del comedor tapada con una manta y mi madre se sentó a mi lado para ver la televisión. Me dolía la cabeza y no podía tomar la pastilla sin ingerir nada así que mi madre me ofreció "un colacao" con galletas, "no, no me apetece" "¿quieres un té con leche?" "¿Un té con leche?" "si, está muy bueno". Siempre me ha gustado el toque british de mi madre; tan blanca, tan enjuta, tan intelectual y austera... No sé si el gusto por el té le viene de cuando estuvo en Londres de au-pair. Tengo que preguntárselo.

De aquella tarde viene mi afición por el té en todas sus variantes: El té blanco (el antioxidante más potente de la naturaleza), el té verde, rojo, negro, con limón, con hielo, con leche, de canela...

Té en la tetera de barro en una buhardilla de Madrid. Té (mi chico y yó) sentados en el suelo de la tetería Al-Karení. Té de sobre rápido después de comer...

Té quiero.