Burbujas, digo, ladridos de amor
Ayer tuve una tentación. Enjaulado entre cristales un carlino del tamaño de Franky (10 meses) me imploraba que le sacara de allí, que le diera los 1100 euros al de la tienda y me lo llevara a casa. Quien conozca a los carlinos sabrá que son perros hechos de amor, que nacen con la predisposición a adorarte y hacerte feliz. Por eso, ver a un gordito encerrado mirarnos con esos ojos llenos de ganas de cariño es algo realmente doloroso.
Espero que alguien compre al hermano que Franky nunca tendrá.
¡Que lata esto de la sensibilidad!
1 Comments:
At 10:06 a. m., Anónimo said…
Solo quiero decir cuatro palabras: yo lo hubiese comprado.
No hay dinero que pague el cariño que cada día nos da, hasta que uno no convive con uno, no lo sabe.
Es de vox populi que algun dia nos lo encontraremos sentado en el sofa, fumando y con el mando a distancia.
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