La banalización del lujo
Ultimamente y con la próxima llegada de las Navidades, andaba pensando mucho en la cuestión de la extensión e hipervaloración del lujo en nuestra sociedad y justo hoy leo una entrevista muy interesante al primer hombre de la firma Hermes.
Patrick Thomas, el “señor de los pañuelos” no cree en los productos de lujo y comenta que uno de sus artesanos para definir tal concepto decía que “el lujo aparece cuando el deseo es más fuerte de la razón” y que, en su opinión, es una característica que se extiende cada vez más. De ahí que prefiera definir a Hermes no como una empresa de artículos de lujo sino como un equipo de artesanos con un valor añadido. Thomas afirma que ahora habría mucho mastige; productos englobados dentro del segmento de lujo pero que alcanzan a un grupo muy amplio. Sería lo contrario del prestige; productos excelentes comprados por un público reducido.
Voilà! Es justamente lo que yo pienso… ¿qué tiene de especial y glamouroso tener un bolso que ya lucen mil quinientas personas en tu ciudad? Cuando hay tanta gente que adquiere (y puede pagar) un artículo de lujo ¿qué tiene de especial ese lujo? ¿qué valor te aporta?
Tengo una colonia especial, la he utilizado en días y momentos muy destacados de mi vida; la primera cita con mi marido, el día de mi boda… Para mí es especial y estoy convencida de que si la usara todos los días terminaría siendo algo rutinario en mi memoria olfativa. Creo que el lujo es algo capaz de trasmitir esa sensación, no una cifra de cuatro números en una etiqueta. Eso, como dice este señor, es vender humo, es vender cosas que cuestan más de lo que valen, que por cierto, no es lo mismo.
Patrick Thomas, el “señor de los pañuelos” no cree en los productos de lujo y comenta que uno de sus artesanos para definir tal concepto decía que “el lujo aparece cuando el deseo es más fuerte de la razón” y que, en su opinión, es una característica que se extiende cada vez más. De ahí que prefiera definir a Hermes no como una empresa de artículos de lujo sino como un equipo de artesanos con un valor añadido. Thomas afirma que ahora habría mucho mastige; productos englobados dentro del segmento de lujo pero que alcanzan a un grupo muy amplio. Sería lo contrario del prestige; productos excelentes comprados por un público reducido.
Voilà! Es justamente lo que yo pienso… ¿qué tiene de especial y glamouroso tener un bolso que ya lucen mil quinientas personas en tu ciudad? Cuando hay tanta gente que adquiere (y puede pagar) un artículo de lujo ¿qué tiene de especial ese lujo? ¿qué valor te aporta?
Tengo una colonia especial, la he utilizado en días y momentos muy destacados de mi vida; la primera cita con mi marido, el día de mi boda… Para mí es especial y estoy convencida de que si la usara todos los días terminaría siendo algo rutinario en mi memoria olfativa. Creo que el lujo es algo capaz de trasmitir esa sensación, no una cifra de cuatro números en una etiqueta. Eso, como dice este señor, es vender humo, es vender cosas que cuestan más de lo que valen, que por cierto, no es lo mismo.
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