Sopas de letras

Las primeras horas de los fines de semana son para leer en la cama mientras él aún duerme.

En el último puente se agotaron las páginas de Acido Sulfúrico y La reina de la casa. Sí, obras opuestas en función y argumento. El primero de mi admirada belgojapo, Amèlie Nothomb. Estupenda alegoría por la desintoxicación de la telebasura en la que se describe un reality consistente en un campo de concentración, donde los espectadores pueden llegar incluso a decidir a través de su mando quien morirá, de verdad. Aguda descripción de la morbosidad y la hipocresía del que vé las imágenes escurridas entre sus dedos mientras finje taparse los ojos.

El segundo supuso además de carcajadas unos momentos de reflexión... una prestigiosa abogada de la city que arruina su carrera y decide dedicarse a ser asistenta doméstica; empezar una nueva vida con los fines de semana libres, un trabajo manual/artesanal, sin responsabilidades, sin stress, sin agobios, disfrutando de la sencillez de las cosas pequeñas retirada en un lugar residencial lejos de la capital.

Consciente de mi ciclo vital tendente al madrugón disfruto pensando en las nuevas aventuras de este puente que se aproxima.