Eau de Franky
Me gusta mucho Isabel Allende (bravo por Inés del alma mía) y suelo leer todas las entrevistas que le hacen. En la última que cayó en mis manos le preguntaban acerca de un olor, ella contestó: "el de mis nietos en la cuna y el de todos los perros que he tenido".
Franky fué a parar a una casa recien estrenada, aún con olor a muebles nuevos y pintura. Su dueña, que se enamoró de él a través del escaparate de su tienda, es una persona con el sentido del olfato muy agudizado y al principio lloraba para dentro sin que nadie la viera porque llegó a pensar que nunca se acostumbraría al perfume del animal. El gordito al que ella adoraba le causaba repelús y rechazo físico olfativo.
Fueron pasando los días y con ellos los sistemas de ambientar la casa (velas, aceite, incienso, sprays, bouquets de flores...) y geles para pets.
A la par que la devoción entre ambos crecía, la nariz se fue acostumbrando.
(la de ella digo, porque a él no le hemos preguntado ;P)
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