Mundo Cultura

...el lugar desde el que miro mi mundo, asombrada, como siempre...

sábado, junio 17, 2006

NY es un estado de la mente

Dicen que cuando en Nueva York son las tres de la tarde,
en Europa son las nueve de diez años antes
Enric González Historias de Nueva York, 2006.
La primera noche que estuve alí tuve la sensación irrepetible de pertenecer a un lugar especial colgado entre la ficción de un film y la realidad de mis cinco sentidos funcionando a 200 por cien. Las luces, los sonidos de la gente y los coches, los olores de las tiendas de comida rápida... Nunca, nunca había estado en un lugar que me apenara tanto abandonar sin tener vínculo personal alguno, pero ella, New York, te hace eso; te embruja y te atrapa en un mundo onírico de posibilidades reales, mil y una vidas esperando a ser vividas sólo si tu lo deseas.
Novecientas noventa y nueve de las mías se quedaron allí, entre el Soho y el Village, la otra me la guardo para cuando me vaya y una última la comparto con el ser más increíble del mundo.
New York sigue allí y yo la dejé suspendida en alguna fase del sueño para volver en cuanto pueda.

2 Comments:

  • At 3:59 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Nunca olvidaré ese viaje... increible en todos lo sentidos. "Me quiero quedar a vivir aquí" repetíamos una y otra vez mientras miles de personas desconocidas salían del metro con su vaso de café y pasaba por nuestro lado un hombre disfrazado de superman. Muchas gracias a esas dos personas que hicieron posible un gran sueño del que hoy, 6 años después,todavía no nos hemos despertado.
    Un beso a mis compañeros de habitación de camas enormes y cortinas rosas. ;P

     
  • At 12:18 p. m., Anonymous Anónimo said…

    sé a qué os referís, revivo un poquito de aquella sensación de libertad, de poder bajar a comprarme el desayuno en fijama, con 18 años, pensé que no había un lugar mejor. Volví 20 años más tarde, y... la angustia de saber que ya no era mi sitio, que sólo sería un turista en MI ciudad, porque yo renuncié, elegí otro camino, me atenazó la garganta mientras me perdía por sus calles, por sus librerías. Nada puede arropar más nuestra soledad que la "indiferencia de la calle" como decía Carmen Laforét en Nada.
    Los recuerdos son como caramelos chupados.

     

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